Jariyíes: Literalmente “los que se separaron” o, “los que abandonaron”, y hace referencia a aquellos miembros de las fuerzas de Alí que se enfrentaron a Muawiya en las la Batalla de Siffin (Ver) que se negaban a entablar una tregua con el dirigente Omeya; ellos argumentaron que Alí había preferido seguir su arbitrio que las prescripciones del Corán al conceder el reinicio de las negociaciones luego de que Muawiya se empeñara en combatirlo, basándose en Corán 49, 9: “Y si dos bandos de creyentes luchan entre sí, reconciliadlos, pero si uno de ellos abusa del otro, combatid al que haya abusado hasta que vuelva a la orden de Allah; y si lo hace, arreglad las cosas entre ellos con justicia y siendo equitativos. Es cierto que Allah ama a los equitativos”, pues antes que rectificar sus demandas, se valieron de una argucia para cesar los combates; con el grito de “El juicio sólo le pertenece a Dios” se desligaron del apoyo a Alí. Este grupo creyó que la autoridad le pertenecía al califa, pero el juramento de obediencia no se lo habían hecho a éste, sino a Dios, y por consiguiente Alí debió seguir con las prescripciones del Corán. Como Alí no les hiciera caso, se fueron a Harara, en Iraq, cerca de Kufa, y se negaron a obedecerle apoyándose en Corán 4, 73 “Que combatan en el camino de Allah aquéllos que dan la vida de éste mundo a cambio de la otra. Y a quien combata en el camino de Allah, ya muera o resulte victorioso, le daremos una enorme recompensa”. Por ello les dieron en un inicio el nombre de Surat, es decir, compradores, siendo los que compran la otra vida cediendo la mundanal.
Los jariyíes conformaron una doctrina política islámica donde el califato debía ser ocupado por el mejor de los musulmanes, siendo éste incluso un esclavo o una mujer; para ellos todos los seres humanos son iguales ante el Islam, por lo que nadie debía estar exento de contribuir con impuestos para el beneficio de la comunidad; finalmente, pensaban que el creyente que cometía pecado automáticamente dejaba de ser creyente y, por lo tanto, dejaba de pertenecer a la comunidad musulmana, por eso exigía una concordancia entre la fe y las buenas obras.
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